Una hojeada al país en tiempos de apertura Liberal y cultural.
Hacia 1935 se inicia un proyecto que venía preparando el partido liberal, desde tiempo atrás pero que en manos del ministro de Educación que llevaría a cabo, para incentivar en la población colombiana, no solo el gusto, sino también el interés por el cambio y el progreso por la cultura. Luis López de Mesa, quien estudio Medicina en la universidad Nacional de Colombia y posteriormente realizaría estudios en psicología en Harvard para luego ser profesor en historia de la medicina, estética e historia del arte, con influencias políticas que lo llevarían a varios cargos políticos dentro de la rama liberal. Dicha idea serían las Bibliotecas Aldeanas que tenían como objetivo inicial: incrementar la lectura en la población colombiana en especial la población popular, inculcar conocimientos técnicos aplicables al trabajo, nociones de la vida en sociedad, proponer en la población lecturas “edificantes” y de “imaginación” y de manera muy marcada seria asociado este proyecto al partido liberal y su idea del progreso.
Más allá de proporcionar a la población popular la oportunidad de tener acceso a un libro o al conocimiento, se estaba rigiendo como una idea política en donde se quería un cambio de mentalidad cultural teniendo en cuenta al liberalismo en el poder.
Daniel Samper Ortega, considerado como un intelectual y uno de los más importantes del país, quien hizo parte del de la Academia de historia y característico por impulsar la cultura en el país y quien estuvo en la dirección de la Biblioteca Nacional desde 1931, sería el encargado de reorganizar la Biblioteca que más adelante, hacia 1936 sería la encargada del desarrollo del proyecto Bibliotecas Aldeanas bajo los parámetros de: Organización, Control y asesoría. Para Daniel Samper Ortega “El libro es palanca de la riqueza pública y privada y fuerzas dormidas del país”[1]
Uno de los objetivos principales en este proyecto de las Bibliotecas Aldeanas sería la llamada “búsqueda del Lector” que ya se había planteado anterior mente en 1925 por el Monseñor Rudesino López Lleras, quien proponía una lectura popular más con el objetivo de ser moralizante y no plenamente cultural. Algo que refleja la influencia católica que siempre se ha querido tener en el país desde los inicios de la república, sin mencionar los hechos de la colonia. No se puede desligar de este proceso la participación de la iglesia que a futuro va a ser importante. Por el contrario para Samper Ortega la lectura es la redignificación de la vida, acceso a la ciudadanía y ampliación del horizonte.
Pero eso no era lo que pensaba el partido liberal en los años 20. El ministro de Educación López de Mesa menciona que generar la cultura fue todo un proceso de propaganda que se pensó y planeo para lograr que el partido liberal llegara al poder. Pero es López de Mesa quien más adelante ampliaría y reforzaría el concepto de Biblioteca Aldeana.
Para dar inicio al proyecto fue necesario realizar una reglamentación básica que constataba en primera medida evitar toda confusión con respecto a las Bibliotecas Aldeanas ya que se podrían identificar más como Bibliotecas Escolares, el cual no era su objetivo. En segunda medida, y que a pesar de la difusión que se realizó por todo el país a través de los medios impresos y la radio, cada aldea debía hacer una petición en donde manifestara su interés y compromiso con llevar a cabo este proceso, de lo contrario no se le otorgaría una biblioteca. De dicha norma fueron excluidos los departamentos de Cundinamarca y Antioquia quienes fueron los primeros en tener esta iniciativa rápidamente.
Teniendo un panorama de lo que se quería con las bibliotecas Aldeanas, es importante tener en cuenta el contenido de dichas bibliotecas. Al igual que el inicio de la idea, Samper Ortega y López de Mesa, llevarían en conjunto este proyecto pero cada uno desde una mirada distinta. Claro, uno más hacia la cultura y el otro más hacia la política.
Se clasificarían en tres clases de libros:
Primer Libro
Como primera medida están las cartillas, presentadas como el primer “libro” que sería incorporado en las Bibliotecas aldeanas. Estas Cartillas tendrían diferentes objetivos. Por ejemplo, para los objetivos políticos de López de Mesa la colección de cartillas tendría un aspecto más técnico que brindaba información más a los maestros que al campesino. Por otra parte, viéndolo desde una mirada más cultural y educativa para Samper Ortega estas cartillas estarían “destinadas para llevar al campesino los rudimentos más indispensables en cuanto al conocimiento técnico y social”[2] Esto generaba una dualidad entre los dos personajes ya que la información debía difundirse según el destinatario. Lo que estaba claro era que las cartillas fueron destinadas desde un principio tanto al maestro como al alumno.
En este caso para poder saber a quién dirigir el material de lectura fue necesario realizar algo que Samper Ortega llamo como “censo Cultural”. Él más que nadie sabía que era lo que se debía tener claro al momento de redactar las cartillas. Para Ortega todo conocimiento difundido debería apoyarse en un análisis preciso de tres elementos que para él son la riqueza del país: el hombre, la agricultura y la industria; a esto se le añade: “A la Biblioteca Nacional le interesaba saber en qué forma podría ella ayudar al Gobierno a sembrar ideas que concurriesen a buscar la mejoría de estos tres factores”[3] caso fundamental que reforzaba la idea del Censo Cultural, pero que aun así tenía cierta restricción en su desarrollo al involucrar al gobierno en esta idea de sembrar ideas.
Libros de Refuerzo
Siguiendo la lista encontramos los Segundos libros que tenían la plena intención de subsanar o reforzar la escasez de libros, en donde se encontraban textos variados pero dedicados a las ciencias. Estos libros fueron producidos en su mayoría por la casa editorial Appleton Century Company en donde se fundamentaban temas como: La antigüedad clásica, Filosofía y economía política.
Para el caso de López de Mesa, estos libros los denomino “información para la segunda enseñanza”[4]. Por el lado cultural, Samper Ortega los llamaría “conocimientos Generales” haciendo énfasis en poder lograr tener libros de esta categoría pero netamente colombianos, respetando la cultura nacional y viendo en ella un progreso que se vería en la educación hacia la población.
Libro de perfeccionamiento
El tercer grupo de libros que fueron traídos desde España y producidos por la editorial Seix Barral. Estos libros fueron específicamente diseñados o dado el caso nacional, utilizados para hacer un énfasis en la formación del maestro. Samper Ortega los llamaría “libros de Perfeccionamiento”[5] y tendrían la finalidad de mejorar la cultura del maestro.
Con estos tres grupos de libros se daría por terminada la primera cuota de implementación de libros en las Bibliotecas Aldeanas, que darían un primer paso en el proceso de educar al campesino, y convertirlo en un ciudadano o simplemente en una persona culta, ponerla a la altura de los grandes hombres de la época. Esto sería algo insuficiente para el Ministro de Educación y el director de la Biblioteca Nacional. Posteriormente llegaría como un complemento al primer grupo de libros, La Colección Araluce que López de Mesa definiría según su pensamiento como “centenares de libros de literatura universal al alcance de un niño”[6]. Esta Colección se perfilaba como el componente principal en cada una de las Bibliotecas Aldeanas. La editorial Araluce también produciría libros con biografías de grandes hombres y libros de J.H Fabre quien relataría y mostraría todo sobre el mundo animal. Para Samper Ortega este grupo de libros sería considerado como “Obras de entretención” [7] dándoles el visto bueno y que posteriormente serían los libros más pedidos y leídos por los campesinos, ya que se volvería una característica fundamental en todo el desarrollo educativo y de acercamiento a los medios de comunicación: El entretenimiento.
Pero ¿Qué fue lo importante allí? Están claras las posiciones respecto a la intención de cada uno de los grupos de libros y también las intenciones que veían López de Mesa y Samper ortega. Pero ¿Cómo poder encontrar una forma para ilustrar y transformar a una serie de campesinos que simplemente viven del cultivo y la diversión después el trabajo? Es importante dar cuenta de un punto crucial en donde se hace la interferencia entre el campesino y el ilustrado, que de alguna forma trata de fomentar una iniciativa para eliminar el analfabetismo del país.
Fue por medio de los libros de entretenimiento que se pudo dar esa comunicación que se rompe al momento que de querer ilustrar al campesino con filosofía o literatura europea. Es esta la herramienta que une al letrado con la tradición popular. Tradición popular que se basa en la diversión y el entretenimiento después de una jornada larga de trabajo. Fueron estos últimos libros los que permitieron que el campesino empezara a aprender a leer. Fueron los libros que permitieron un mismo lenguaje literario ya que sin importar los temas, la idea principal desde un principio de las bibliotecas aldeanas, es que el campesino aprenda a coger un libro, leerlo por si solo y poder comprender que decía allí. De esta forma no solo se rompe un concepto comunicativo y cultural, sino también se implementó una rutina nueva en la vida de los campesinos que en ese entonces simplemente velaban por el intercambio de mercancías en el mercado local.
Paralelamente a este gran proyecto y con un gran aporte no solo a la literatura Colombiana sino también a la cultura popular llegaría La selección Samper Ortega de literatura colombiana. Esta colección que se empezaría a imprimir en 1936, estaba compuesta por cien obras colombianas y sería considerada como la colección más completa sobre el pensamiento nacional de ese entonces. El mayor motivo de esta Selección fue el ataque al proyecto de bibliotecas Aldeanas y la política de publicaciones del gobierno liberal.
La Selección Samper Ortega llegó a ser una buena y amplia colección de libros para la lectura escolar y popular teniendo buena acogida. La imagen que se creó en intelectuales y populares sobre lo que constituía el pensamiento y la cultura nacional, que era uno de los objetivos.
Serian suceso como la realización de películas colombianas, después de varios años sin estar en producción, las que den una pauta en la transformación del diario vivir de la población colombiana. La posibilidad de llevar retroproyectores a las plazas públicas de los pueblos, y generar esa nueva ere del cine nacional desviaría totalmente el interés sobre los libros, no solo de los campesinos sino también del gobierno entrante hacia el año de 1942. Tanto que perdería fuerza de alguna manera el interés por el desarrollo y la educación de los campesinos. A pesar de la Ley novena que aprobó Alfonso López Pumarejo sobre la exención arancelaria en la producción de cine, que supuestamente beneficiaria a los realizadores, dejo simplemente en la quiebra a la mayoría de productoras y directores de cine y no sería sino una década después que se volvería alguien a arriesgar a hacer cine.
Fue entonces en el gobierno liberal de López Pumarejo y que finalizo Lleras Camargo que dejaría caer este interés intelectual abandonado, posiblemente por hechos políticos e ideológicos que dieron la caída de la hegemonía liberal que se caracterizó por su pensamiento ilustre y abierto a las ideas y el conocimiento de las letras.
Finalmente después de 1946 el proyecto de Bibliotecas Aldeanas sería abandonado, definido por el contexto político que se vivía con el cambio de partido en el poder nacional.
[1] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; Pág 91
[2] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; Pág 96
[3] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; Pág 96
[4] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; Pág 97
[5] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; Pág 98
[6] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; pág 99
[7] Silva; Renán; Republica liberal, intelectual y cultura popular; La carreta Editores E.U; 2005; pág 99