El dictador popular
Las dictaduras militares fueron una tendencia casi que obligada en los países latinoamericanos durante esta época (50’s, 60’s). Colombia no se quedó atrás en dicha tendencia aunque con menos fuerza y violencia que la que azotó a países como Argentina o Chile.
Gustavo Rojas Pinilla, el único dictador que ha tenido el país, nació en Tunja y creció en una familia de clase media antes de culminar sus estudios en ingeniería en Estados Unidos. Pinilla fue coronel en Cali durante los conocidos hechos del 9 de Abril, durante dichos desmanes se caracterizó por actuar de forma violenta contra quienes protestaban además de dar una orden por la cual se le negaba la posibilidad de participar libremente a los oradores liberales durante reuniones de tipo político. Fue precisamente gracias a estas acciones que Mariano Ospina Pérez lo nombró ministro de correos y telégrafos por cierto periodo, esto le permitió a Rojas Pinilla lograr una relación cercana con Ospina además de moverse más cómodamente en los círculos políticos.
Luego del periodo Ospina y con la llegada de Laureano Gómez, Rojas logró posicionarse como comandante en jefe de las Fuerzas Armadas luego de una reorganización que unificó en un solo mando las tres armas (Tierra, Marina y Aviación) y la jefatura de policía. Esto, además de otros encargos especiales como su participación en la Junta Interamericana de Defensa y en el Cuartel general de las fuerzas de la ONU, hizo crecer su figura de poder frente a las tropas militares y le permitió adquirir muchos contactos en diferentes partes del mundo, sobretodo en Washington.

Mientras la imagen de Rojas crecía frente a la opinión y a los políticos de diferentes bandos, a Laureano Gómez y a su gobierno les pasaba todo lo contrario y se enfrentaba tanto con Liberales como con algunos sectores conservadores. Debido a lo anterior el Gobierno, en cabeza de Roberto Urdaneta (presidente encargado), empieza a preocuparse y a buscar desprestigiar la imagen de Rojas de la manera que fuese.
Para esto el gobierno intentó sacar a Rojas del país para poder nombrar un remplazó en su ausencia y así bajar su popularidad, sin embargo siempre que lo intentaron enviar a otros lugares, en primer instancia a Guatemala a la posesión del presidente Jacobo Arbenz y en segunda a la inauguración de un vuelo de Avianca en Alemania, el rechazó los viajes e impidió cualquier tipo de maniobra de Urdaneta.
Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos por sacarlo del gusto del pueblo colombiano, se fueron acercando más a un Golpe de Estado cuando Laureano Gómez le ordenó a Urdaneta destituir a Rojas por una supuesta tortura y detención al industrial Felipe Echavarría, quien supuestamente estaba conspirando en contra de Rojas.
En este momento Laureano Gómez decidió reasumir la presidencia además de nombrar a Jorge Leyva como ministro de Guerra y a Régulo Gaitán como comandante del ejército, posterior a lo anterior, abandonó el palacio y se dirigió hacia su casa. Al Rojas enterarse volvió a Bogotá de un viaje en el que se encontraba y le pidió a Urdaneta reasumir el mando del país prometiéndole todo su respaldo. Finalmente Urdaneta declinó la petición y este se toma el gobierno el 13 de Junio de 1953.
Fue en este momento en que Ospina Pérez volvió a asumir un rol importante pues fue uno de los que apoyó el golpe de estado y le dio el aval a Rojas Pinilla para seguir con su toma de gobierno. Dicha noticia la tomó con alegría casi todo el pueblo, exceptuando a los Laureanistas y a los Comunistas, que escuchó la alocución presidencial en la que Rojas Pinilla se declaró como nuevo presidente, hecho que ratificaría la Asamblea Nacional Constituyente el 18 de Junio del mismo año.
El Gobierno de Rojas Pinilla no fue criticado desde ningún aspecto pues de comienzo de pensaba que sería solo una transición y que no duraría más de 1 ó 2 años, sin embargo, fue un periodo más largo de lo esperado pero sin ningún tipo de violencia desmedida y horror como lo ocurrido en otro países.
Al contrario de lo ocurrido en las otras dictaduras militares en Latinoamerica, Rojas Pinilla se convirtió, para Colombia, en un periodo de paz y tranquilidad que por fin llegaba después de tantos enfrentamientos entre los bandos políticos contrarios que estaban en la carrera por el poder. La violencia mermó bastante y la iglesia vuelve a tener un papel determinante en el rumbo de las instituciones del país y el las decisiones del Estado.
Esto, por supuesto, vuelve a desequilibrar el poder y ofrecer un estado débil y cambiante en sus decisiones y determinaciones. Esto es claro de ver en campos específicos, como la prensa, dónde se dieron ciertos respiros e incluso una eliminación de la censura y la influencia del estado en sus contenidos, en un principio, pero que durante otros momentos específicos fue negado completamente que involucraran sus versiones en la narración de hechos y que solo se dedicaran a escribir noticias sin ningún tipo de opinión. Aunque en un principio hubo tantos conflictos con los medios de comunicación, sobre todo porque en sus primeros años el gobierno no contaba con ningún medio oficial, este campo fue determinante dentro del mandato de Rojas Pinilla quien tuvo mucho que ver en la expansión y apoyo a la difusión de medios como la prensa, pero sobretodo, la radio y la televisión.
Es determinante saber que el 13 de Junio de 1954, un año después de su toma del poder, Rojas inaugura la Televisora Nacional, proyecto con el cual, junto a varias otras iniciativas e instituciones, mostraría su faceta populista y crearía un lazo de aceptación por diferentes sectores de la sociedad colombiana.
Adicionalmente, y contribuyendo a su imagen populista, Rojas impulso el fomento, aunque de manera torpe y pausada, a algunas industrias y sectores económicos específicos como es el caso del sector agrario y minero (Al cual se le aumentó el capital para la caja de crédito y apoyo económico), al sector tabaquero (Con la creación del instituto nacional de fomento para dicha industria), entre otras iniciativas de desarrollo económico e industrial.
Otra de las instituciones, y una de las más vitales dentro de la estructura de su gobierno, fue SENDAS, Secretaría Nacional de Asistencia Social, con la cual se intentaba dar apoyo a los campesinos damnificados por las olas de violencia que habías azotado al campo en épocas anteriores. Dicha institución fue determinante en el gobierno de Rojas pues fue utilizada como mecanismo de propaganda para su régimen debido a los grandes despliegues de publicidad que se le dedicaban en cada una de las campañas ejercidas.
Rojas, a pesar de contar inicialmente con el apoyo casi unánime de la población, empezó a perder popularidad por sus fracasos y torpezas económicas, además de enfrentamientos ideológicos con la prensa (Representada en los periódicos El Tiempo y El Espectador) y su visión, finalmente, como un gobernante no tan populista y pacificador sino al contrario un dictador militar con una fuerte privación de cualquier tipo de participación ajena a su pensamiento particular y cercano a la iglesia y a lo culta que debía ser la sociedad.
Fue en 1957 cuando a bordas de un pronunciamiento de la ANAC, legitimando la continuación de Rojas en el poder para un nuevo periodo entre 1958 y 1962, diversos sectores, encabezados por Alberto Lleras, trazaron un camino hacia la finalización de dicho gobierno, tomado ya como una dictadura, y se oponían a cualquier tipo de ratificación de mandato.
En este momento se llevó a cabo una serie de movimientos dentro de los centros de oposición dónde se postuló, por un lado, a Guillermo León Valencia como candidato a la presidencia, además por su lado la iglesia tomo partido y escribía que condenaba el régimen de Rojas debido a que profanaba algunas creencias de la iglesia. Fue debido a esta gran cantidad de presión que el 10 de Mayo de 1957 se supo de la renuncia de Rojas a su Cargo para dejar un Junta Militar de Gobierno en su remplazo. Rojas se retiró diciendo “Sería imposible que yo, que di al país la paz, fuera a causar un inútil derramamiento de sangre”.[1]
[1] NHC V.2, Capitulo 2,Pág 125.